Comentario
La historia de la imagen de Alejandro resulta así tan importante como la misma personalidad del Rey. Ello se acentúa por el hecho de que los historiadores que en su tiempo se ocuparon de él sólo se conservan en fragmentos citados por otros que pueden haber introducido matices en los aspectos que lo retratan. Es lo que ocurre, según se admite tradicionalmente, con el libro XVII de Diodoro de Sicilia y con la "Historia de Alejandro" de Quinto Curcio, que al parecer se apoyan en la tradición de Clitarco. En toda esta literatura, la base se encuentra en la relación que existe entre grandeza y excesos, definida de modo privilegiado en la figura de Alejandro. Es también el fundamento de toda la otra tradición, diferente pero inseparable de la anterior, constituida por las novelas de Alejandro, de gran proyección posterior.
Junto a ello se encuentra la tradición representada por Arriano, que recoge los datos transmitidos por Ptolomeo y por Aristobulo, que estuvo con Antípatro, portador de la imagen macedónica de la realeza nacional, la que imagina al Rey como representante de la comunidad. Tal vez sea Plutarco quien, a pesar de su declaración de intenciones como escritor moral y no historiador, sea capaz de recopilar los datos de origen más variado como para transmitir una imagen de esa importante diversidad de fuentes, síntoma de la diversidad de imágenes que dejó de sí el mismo Alejandro. Los primeros autores interpretan, condicionados por su propia intencionalidad, pero los recopiladores también lo hacen, como Diodoro, al mezclar las fuentes, cuando quiere dar una visión favorable a la Tebas sojuzgada, por ejemplo. Arriano, ejemplo para muchos de ecuanimidad, se ha revelado, en estudios como los de Vidal-Naquet, como un historiador profundamente condicionado por las realidades de la época en que vivió, creadora de una imagen del poder para la que podía servir de fundamento un Alejandro conquistador pero equitativo, equiparable a Trajano o a Adriano, según los aspectos que se tratara de resaltar. El estudio de Alejandro es, pues, inevitablemente, el de Alejandro y su imagen.